La electrificación del automóvil ha dado un salto importante. Hoy en día son pocas las marcas que no cuentan con algún eléctrico en el catálogo, o algún híbrido en su defecto. Las que carecen de él, se arriesgan a convertirse en parias de esta nueva industria “sostenible”. Volkswagen ha tardado en llegar, lo cual no supone mayor problema si contemplas las cifras, la baja repercusión que aún siguen teniendo los eléctricos, salvo en países como Noruega, y una penetración en el mercado más lenta de lo que muchos esperaban. Volkswagen, por lo tanto, se ha retrasado, pero aún no era tarde para unirse a la fiesta.
Llegados a este punto, vemos que tras un periodo de experimentación, con prototipos, con proyectos piloto, con soluciones híbridas un tanto socorridas, Volkswagen ha definido con mucha claridad su estrategia eléctrica. Y esta estrategia se basará esencialmente en dos pilares fundamentales, el de transformar modelos ya conocidos como el up! y el Golf en eléctricos y el de atacar con una nueva suerte de híbridos enchufables que no solo presumen de bajas emisiones y bajos consumos, sino también de prestaciones, los GTE.
Está bien que Volkswagen tenga un Golf eléctrico, pero la reducida autonomía de los eléctricos dificulta justificar un coche de su tamaño, encerrado en la ciudad, y su precio es el de un BMW i3.
La gran novedad de este año será el Volkswagen e-Golf, un Golf, normal y corriente, pero completamente eléctrico. Hablamos de un coche que según tarifas españolas bien podría rondar un coste de uso cada 100 kilómetros entre los 2€ y los 3€, de una autonomía entre los 130 y los 190 kilómetros y de potencia y prestaciones contenidas, de 115 CV para 1.510 kilogramos (únicamente sus baterías ya suponen 318 kilogramos). Con esta carta de presentación comienzan a surgir algunas