La cosa tiene truco. El Ferrari no es un Ferrari cualquiera, es un 430 Scuderia. Pero, definitivamente, esta bicicleta tampoco es una bicicleta cualquiera. Las similitudes entre esta, y cualquier otra bicicleta que hayas conocido, no van más allá de la presencia de dos ruedas estrechas, con sus radios, un cuadro – extraordinariamente largo – y un manillar. Esta bicicleta no está pensada para pedalear. De hecho, su funcionamiento se basa en accionar un botón, encomendarse en todos los dioses de tus antepasados y alcanzar 333 km/h en 4,8 segundos en un reto que solo puede terminar de dos formas, haciendo que tu nombre figure en los libros de historia y te conviertas en fenómeno viral de internet o en el próximo Premio Darwin (ver wikipedia).
Solamente existen dos desenlaces para un reto como este: convertirte en el próximo Premio Darwin o entrar en los libros de historia y convertirte en fenómeno viral de internet.
Por suerte para Francois Gissy aún no ha llegado su momento de entrar en los Premios Darwin. Este hombre acumula valentía, tal vez inconsciencia y temeridad, y pasión por la ingeniería y la ciencia, aunque no sabría decirte en qué proporción. Porque lo único seguro es que lanzarte a más de 300 km/h en una bicicleta solo puede suponer un altísimo riesgo para tu vida. La aceleración a la que fue sometido puntualmente llegó a superar los 3 G. Francois Gissy ya afronta nuevos retos, como superar los 400 km/h. Ver para creer, una bicicleta tan rápida como un Bugatti Veyron.
Basta echar un vistazo a este vídeo con su último reto, frente a un Ferrari 430 Scuderia en el circuito de Le Castellet (Paul Ricard), para percatarse de la ridícula superioridad de esta bicicleta frente al cavallino rampante. En un segundo, la bicicleta no solo ha superado