En muchos aspectos, Londres es una capital muy diferente a nuestras principales ciudades españolas, pero donde nada tiene que ver es política medioambiental en todo el tema relacionado con la automoción. Ya hace tiempo que la ciudad británica declaró la guerra a los coches implantando un peaje para el acceso al centro en coche, peaje que por cierto se quería incrementar para los vehículos diésel. Son precisamente los vehículos de gasoil los que últimamente son objetivo del ayuntamiento londinense.
Ahora el alcalde Boris Johnson propone nuevas medidas para retirar de la circulación los coches diésel más contaminantes, con la idea de así poder mejorar el aire. Se están estudiando ayudas públicas para aquellos que reemplacen su coche contaminante por uno más limpio, con subvenciones que oscilarían entre los 1.200 y 2.500 euros aproximadamente. Por el momento se desconocen más aspectos de este plan que aún está en fase de desarrollo, sin saber que tipo de coches nuevos se podrán beneficiar de las ayudas y con qué requisitos, como los años del vehículo a achatarrar.
Como siempre esta decisión no está exenta de polémica. La oposición considera que el gobierno de Johnson está confundiendo a la población, pues años atrás se concedieron ayudas para comprar vehículos diésel teóricamente menos contaminantes. El propio alcalde ha sido quien ha confesado que eso fue un error político, cuando se animó a la gente a comprar coches supuestamente menos contaminantes, aunque después se haya demostrado que son, en muchos casos, los más nocivos para la salud de las personas.
Un reciente estudio desveló que Londres estaba en el puesto 15 de entre las 36 principales ciudades europeas en cuanto a calidad del aire, aunque para este alcalde que siempre ha apostado por el medio ambiente no es suficiente y seguirá con su particular cruzada hacia los coches más