Que una marca como Range Rover, con sobrada experiencia en la construcción de buenos SUV y, sobre todo, buenos todoterreno, haya decidido liarse la manta a la cabeza y desarrollar un todocamino con una concepción extremadamente deportiva, el más rápido en Nürburgring, debería llevarnos a reflexionar. ¿Existe un nicho para el SUV con aspiraciones deportivas? Sí, existe. ¿Qué sensaciones y habilidades aportan este tipo de automóviles? ¿Qué opciones existen en el mercado? Te lo contamos a continuación.
Antes de seguir hablando tenemos que encontrar un razonamiento que nos pueda llevar a elegir un SUV deportivo. La concepción original de un todocamino es contraria a la esencia de un deportivo. Sus dimensiones, sus cotas, su altura, responde a la necesidad de un vehículo apto fuera de pista. Para compensar ese handicap y mejorar su aplomo en carretera, estos modelos cuentan con suspensiones rebajadas y refuerzos en chasis y carrocería, pero sobre todo mucha potencia, para compensar los kilitos de más de su cuerpo, y un aspecto generalmente muy agresivo, que quizás sea una de las claves que más anime a los compradores a optar por uno de ellos.
¿Por qué un SUV deportivo?
Su adaptación deportiva, mermará su habilidad fuera de pista. En cualquier caso ten en cuenta que seguirán siendo más ágiles en campo que cualquier otro t a la hora de buscar prismo y que el neumático es un factor determinante.
En muchos aspectos, un SUV deportivo es como un campeón de culturismo compitiendo en los cien metros lisos. Al rebajar el chasis y añadir aditamentos a su carrocería pensados en la carretera, estos modelos pueden ver mermadas sus aptitudes fuera del asfalto. En pista, no serán tan rápidos ni ágiles como un deportivo de su potencia.
Pero en cualquier caso, vaya por delante que son bestias rápidas, muy rápidas, y que su comportamiento