Ayer dio comienzo nuestra prueba sobre el SEAT León SC 2.0 TDI 184 CV FR. En aquel primer post os presentamos a la tercera generación del compacto español, una tercera generación que se caracteriza, principalmente, por la llegada de dos nuevas carrocerías, familiar y 3 puertas, algo inédito en el compacto de Martorell. Además de describiros los detalles diferenciadores de la carrocería SC, también os comentamos el importante paso que ha dado en cuanto a calidad interior.
Sin embargo, hoy toca descubrir la parte más divertida de este compacto. Si hay algo que siempre ha caracterizado al modelo compacto de SEAT, eso ha sido la dinámica y es que el SEAT León siempre ha sido un producto enfocado a los más jóvenes, sobre todo en los acabados FR y Cupra, con un “carácter” y comportamiento ágil y deportivo que lo diferenciaba claramente de sus rivales y también de sus hermanos, contado encima con una tarifa bastante reducida que lo acerca a un gran público.
Pero, ¿qué ocurre con la tercera generación? Antes de entrar a valorar las capacidades del protagonista de nuestra prueba de hoy, tenemos que hacer un pequeño repaso a las características más importantes. Para empezar, esta nueva generación se basa sobre la nueva plataforma modular del Grupo VAG, MQB, que también utilizan sus hermanos, el Volkswagen Golf y el Audi A3. Gracias a ella, es posible contar con un vehículo más ligero, casi 50 kilogramos en este caso, a pesar de la mayor seguridad y equipamiento.
En el eje delantero nos encontramos con un suspensión de tipo McPherson, mientras que el eje posterior se confía a una suspensión de barra de torsión, salvo determinados casos como el nuestro que al contar con el motor más potente de la gama diésel se hace uso de una suspensión trasera totalmente independiente que