El circuito de Hungaroring, lugar donde ya se ha comenzado a desarrollar la primera tanda de entrenamientos libres del Gran Premio de Hungría, ofrece entre sus numerosas peculiaridades la de suponer una interesante prueba para los consumos de los participantes ya que debido a su baja velocidad de recorrido por vuelta, la abundancia de giros lentos y lo corto de sus rectas, va a originar que los pilotos puedan utilizar las marchas más largas solo en contadas ocasiones.
La carga aerodinámica adecuada para el trazado magiar, considerada alta, también va a incidir en el previsible elevado consumo de gasolina que como sabemos, está limitado por reglamento a partir de esta temporada a tan solo 100 kilogramos por prueba, con un caudal que no puede sobrepasar los 100 kilogramos por hora. De forma que el Gran Premio de Hungría se propone como un escenario donde el gasto de combustible puede decantar la balanza de la carrera en favor de aquellos monoplazas y pilotos que se muestren más ahorradores.
En principio y como llevamos visto a lo largo de la temporada, esta imposición de la normativa no tiene por qué quitar un ápice de interés a la competición y menos si cabe, en un circuito que como hemos dicho, es tradicionalmente lento, aunque sin duda puede afectar al rendimiento neto de algunas escuderías como Red Bull, McLaren y Williams, que han apoyado en sus prestaciones aerodinámicas el cumplimiento del reglamento en cuanto a consumos se refiere.
Superados los problemas iniciales de ajuste a la normativa, que llevaron en su caso a la descalificación de Daniel Ricciardo en el pasado Gran Premio de Australia por consumir por encima de los 100 Kg/h, los equipos han afinado sus herramientas para no superar los límites marcados con la implicación directa de los suministradores de combustible, quienes a partir